En los últimos días han pasado bastantes cosas. Algunas relevantes, otras no tanto. Cada cual con su interés.

El domingo 16 de mayo fallecía de cáncer de estómago Ronnie James Dio. Una de las mejores voces que he tenido el placer de escuchar, y la suerte de hacerlo en directo. No acabo de entender (mentira, lo entiendo perfectamente, pero no me resigno) como es posible que innumerables humanitos que no hayan oído hablar de esta persona jamás.

Todo el mundo sabe quien es Frank Sinatra. De la misma manera, todo el mundo debería saber quien fue Dio. Sus voces estaban la una a la altura de la otra. Solo que Ojos Azules se decantó por un género más fácil de entender. Ambos darían de patadas vocales a casi cualquier niñato de los que pueblan el universo de estrellas del momento. No me olvido de Beyoncé (no somos dignos) intentando llegar al nivel de una abuela setentona en la gala de los Grammy ¡Ann Mae Bullock por siempre!

Dice un amigo que sigue habiendo creatividad, genio, calidad. Y estoy de acuerdo. Pero me pregunto por qué no hay cantantes feos en el panorama actual.